El argumento de la película, es básicamente lo que te esperas, pero llena de matices, que es por lo que merece la pena verla.
Trata de un hombre, que tiene la misión de inmolarse en un avión ruso con destino a Madrid, sólo que por motivos climatológicos, no pueden despegar y la compañía aérea, aloja a los pasajeros, incluido el kamikaze y su chaleco bomba, en un hotelito muy cuco, en mitad de la nada, donde si deciden salir del hotel, se congelan de frío.
Y en ese idílico lugar helado, transcurre la película, y la historia personal de cada uno de sus personajes.
Es una comedia-dramática.
Cuando estás en esos momentos de la película en la que hay buen rollo, chistes, romances, y vas conociendo a cada uno de los personajes, se te hace muy entretenida, y los puntos de humor, son realmente buenos.
Ahora cuando hay que llorar, prepara el pañuelo, porque la historia es triste.
Incluso, pudiendo haber acabado mejor, me gusta el final que le dan al personaje del protagonista.
Y aunque el argumento sea sencillo, tiene cabida toda clase sentimientos, los matices son los que te provocan, la risa, el llanto, el amor, la ternura, la pena, la nostalgia, la empatía, el miedo, el dolor...
Y me gustó escuchar una frase muy cierta, y que no somos conscientes de ella:
"Por muy mal que creas que te trate la vida, siempre habrá alguien, a quién le vaya peor que a ti".
Es muy fácil lamentarse de uno mismo, lo difícil es saber valorar lo positivo y poder disfrutar de la vida, cuando sólo eres capaz de ver tu propia desgracia.
El problema de lo malo que nos ocurre en la vida, es que se magnifica, y no nos deja ver los pequeños detalles que aportan felicidad a nuestro día a día.
Resumiendo, una película muy humana, que recomiendo ver, no por el argumento en sí de uno que quiere volar un avión, si no por lo que hay detrás de cada personaje de la película.
Y.L.L.
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